El quilate suele referirse al peso de un diamante, y un peso en quilates más alto generalmente se traduce en un diamante más grande. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el quilate es solo un factor que determina el tamaño y la apariencia general de un diamante.

El corte es posiblemente el más importante de los 4 factores, ya que determina cómo un diamante refleja la luz, lo que da como resultado su brillo y resplandor general. Un diamante bien cortado cautivará con su brillo, mientras que un diamante mal cortado puede parecer opaco y sin vida.

El color del diamante se refiere a la ausencia de color, siendo los diamantes incoloros los más valiosos. Sin embargo, incluso el más mínimo indicio de color puede afectar significativamente el valor de un diamante. Los diamantes cultivados en laboratorio ofrecen una amplia gama de opciones de color, que se adaptan a las preferencias y presupuestos individuales.

La claridad se refiere a la presencia de imperfecciones o defectos en un diamante. Estas imperfecciones pueden variar en tamaño, ubicación y visibilidad, afectando la transparencia y el aspecto general del diamante. Los diamantes sin defectos, sin imperfecciones visibles, son los más raros y valiosos.